Panorama del evento
El rendimiento de los bonos japoneses a dos años subió recientemente al 1,155%, no solo alcanzando un nuevo máximo desde 1996, sino que también es visto por el mercado como una señal de estar en una “zona de máximos históricos”. Al mismo tiempo, los rendimientos de los bonos a 10 y 30 años también aumentaron, con el bono a 10 años superando momentáneamente el 1,8% y el de 30 años acercándose al 3,41%. Esta subida colectiva de los rendimientos no es una fluctuación técnica aislada, sino que está impulsada por la combinación de una demanda notablemente débil en las subastas de bonos japoneses, inversores exigiendo mayor compensación y la expectativa de que Japón podría poner fin a décadas de política monetaria ultraexpansiva. A corto plazo, los fondos que antes mantenían una actitud de espera ante el cambio de política japonesa, ahora interpretan este movimiento como la confirmación del “fin de la era de tasas cero”, lo que ha llevado a que el sentimiento hacia los activos de riesgo globales pase de la duda a un modo claramente defensivo. Especialmente tras la repricing de tasas en Japón, cuyo ratio deuda/PIB supera el 260% y es considerado uno de los mayores “puntos de apalancamiento de tasas” del mundo, el mercado teme que el cierre de posiciones de carry trade en yenes y la retirada de liquidez global provoquen impactos aún más violentos en el precio y liquidaciones apalancadas de activos cripto de alta volatilidad como bitcoin, con una tendencia a ajustes bruscos de “matar valuaciones primero y luego revaluar la lógica”.
Anomalías en la curva de rendimientos
El rendimiento a dos años había superado recientemente el 1% por primera vez desde 2008, y tras ese quiebre, en un corto periodo subió aún más hasta el 1,155%, una velocidad que llevó a muchas instituciones a compararlo con el ciclo de subas de tasas de mediados de los 90. Desde 1996, Japón ha estado sumido en un entorno de tasas cercanas a cero o incluso negativas, con los rendimientos de corto plazo reprimidos durante mucho tiempo. Esta subida desde casi cero hasta superar el 1% y acercarse al 1,2% es vista como uno de los cambios más “tendenciales” de los últimos treinta años. Al mismo tiempo, el rendimiento a 10 años subió hacia el 1,8% y el de 30 años llegó a alrededor del 3,4%, formando una curva de rendimientos al alza casi en todos los plazos, lo que transmite una señal de revisión sistemática al alza de las expectativas de inflación, tasas y primas de riesgo. Más importante aún, las recientes subastas de bonos japoneses a dos años mostraron una demanda débil, lo que obligó a subir el rendimiento adjudicado y a reducir el ratio de cobertura, con inversores dispuestos a comprar solo a tasas más altas. Esto aceleró el salto de las tasas de corto plazo y reforzó la reevaluación agresiva de la futura política del Banco Central de Japón, amplificando en el plano operativo el mecanismo auto-reforzante de suba de tasas.
Presión política y de deuda
En cuanto a expectativas de política, el mercado ya venía considerando la reunión de diciembre del Banco Central de Japón como un punto clave, con precios que en un momento reflejaron una probabilidad de suba de tasas superior al 80%. Tras varias señales de “endurecimiento anticipado” por parte del gobernador Kazuo Ueda, algunas instituciones elevaron la probabilidad de suba en enero a cerca del 90%, considerando que el giro de política ya pasó de “especulación” a “consenso”. Esto implica que el marco de tasas cero y control de la curva de rendimientos (YCC) que duró décadas está siendo desmantelado gradualmente, y el “fin de la era de tasas cero” ya se refleja en los precios de bonos y el tipo de cambio. El problema es que la deuda pública japonesa es enorme, con una relación deuda/PIB superior al 260%. Con este nivel de apalancamiento, cada subida de 100 puntos básicos en las tasas incrementa significativamente la presión de pago de intereses a largo plazo, obligando al gobierno a destinar más recursos del presupuesto al servicio de la deuda, reduciendo el margen para otros gastos y exponiendo la sostenibilidad de la deuda a un entorno de tasas más altas. El rápido aumento de los rendimientos es visto, por un lado, como un costo inevitable de la inflación y la normalización monetaria, pero por otro, pone al Banco Central de Japón en una encrucijada: si sube tasas de forma más agresiva para sostener el yen y frenar la inflación y la fuga de capitales, podría agravar la presión vendedora en el mercado de bonos y la inquietud fiscal; si sigue comprando bonos y guiando verbalmente para mantener bajas las tasas, podría acentuar la depreciación del yen y el riesgo de inflación importada, dañando la credibilidad de la política. Esta tensión es vista por el mercado como una fuente potencial de riesgo sistémico.
Liquidez y sentimiento
El fuerte aumento de los rendimientos suele resonar con el fortalecimiento de la moneda local, y Japón no es la excepción. A medida que suben los rendimientos a dos, diez y treinta años, el mercado revaloriza el atractivo del yen por el estrechamiento del diferencial de tasas con el exterior, lo que obliga a revaluar las operaciones de carry trade que apostaban a la baja del yen para obtener dólares u otras monedas de mayor rendimiento. Ante la expectativa de un yen más fuerte y mayores costos de financiación, el costo promedio global del dinero sube, lo que reprime directamente las operaciones apalancadas y el apetito por riesgo. En el último año, cada vez que aumentaron las expectativas de suba de tasas en Japón y los rendimientos saltaron, los activos de alto riesgo globales sufrieron presión simultánea, con bitcoin y otros criptoactivos cayendo hasta un 30% en esos periodos, reflejando el vínculo entre expectativas de liquidez más estricta y menor apetito por riesgo. Al mismo tiempo, la narrativa de “los bonos japoneses = bomba de tiempo financiera global” se difundió rápidamente en redes sociales y entre KOLs, con opiniones que advierten que un rendimiento a 30 años por encima del 3% podría desencadenar una reevaluación global de precios de bonos y una cadena de desapalancamiento. El lenguaje alarmista y las comparaciones extremas amplifican a corto plazo el sentimiento de cobertura y ventas defensivas, reforzando un ánimo de mercado ya frágil y provocando que la volatilidad de precios supere ampliamente los cambios en los fundamentos.
Correlación con el mercado cripto
Según la experiencia histórica, el aumento de las expectativas de suba de tasas en Japón y el salto de los rendimientos suelen ir acompañados de profundas correcciones en el mercado cripto. Estudios muestran que durante la fase de fuerte especulación sobre subas de tasas a principios de diciembre, cuando el rendimiento a dos años alcanzó máximos desde 2008, bitcoin y otros criptoactivos líderes sufrieron retrocesos de hasta el 30%, y algunas altcoins apalancadas cayeron aún más, no por un solo factor negativo, sino por el efecto dominó de un ajuste sincronizado en el precio global de la liquidez. En un entorno donde Japón es una fuente clave de financiación global, si sube el costo de financiarse en yenes y se reduce el carry trade, el “apalancamiento barato” disponible para apostar en activos de alta volatilidad como los cripto se restringe, amplificando la sensibilidad de estos activos a cambios en tasas y tipos de cambio. El fortalecimiento del yen y el estrechamiento de diferenciales con el dólar u otras monedas principales llevan a que las instituciones reconsideren el riesgo/beneficio de estrategias de arbitraje cripto-yen en carteras multi-activos: por un lado, algunos fondos pueden reducir posiciones cripto para cubrir márgenes o reponer pasivos en yenes; por otro, algunos optan por bajar la exposición a activos de alto beta, retirando apalancamiento de cripto y mercados emergentes para amortiguar el riesgo de nuevas subas de tasas. Esta lógica de rebalanceo entre activos y mercados hace que los cambios en los rendimientos de los bonos japoneses se transmitan al mercado cripto a través de costos de financiación, restricciones de apalancamiento y presupuestos de riesgo.
Juego de lógicas alcistas y bajistas
Desde la perspectiva bajista, la suba de tasas en Japón es vista como el inicio del desapalancamiento global: la caída de precios de bonos, el aumento del costo de financiación y el cierre de carry trades en yenes obligarán a reescribir la valuación de activos que dependían de tasas bajas, comprimiendo valuaciones y aumentando la volatilidad en activos de riesgo. Considerando que la deuda/PIB de Japón supera el 260% y que el rendimiento a 30 años superó el 3% (descrito como “mover los cimientos de las finanzas globales”), la cadena bajista suele proyectar: presión vendedora en bonos japoneses → suba de tasas globales → aumento de tasas de descuento de activos → compresión de burbujas en acciones y cripto. Desde la perspectiva alcista, se enfatiza otra lógica de largo plazo: en una era de alta deuda, altos déficits y subas de tasas nominales para combatir inflación y erosión de la confianza monetaria, bitcoin y otros criptoactivos, al no depender del crédito soberano, pueden ganar valor relativo en un contexto de dilución prolongada de la confianza en monedas fiat. Especialmente cuando los rendimientos reales de bonos tradicionales permanecen bajos o negativos, algunos fondos de largo plazo ven a los cripto como una opción para cubrir riesgos estructurales del sistema monetario. Las diferencias clave entre ambas posturas se centran en dos cuestiones: primero, si Japón sufrirá una crisis de deuda por descontrol de rendimientos, desencadenando una reconfiguración global de activos; segundo, si este proceso será un desapalancamiento abrupto de corto plazo o una liquidación gradual de largo plazo, lo que determinará si el mercado cripto experimenta una caída violenta única o es absorbido gradualmente por fondos de largo plazo en medio de la volatilidad.
Escenarios futuros
En un escenario relativamente moderado, si el Banco Central de Japón opta por subas graduales de tasas y gestiona la curva de rendimientos entre dos y diez años cerca de los niveles actuales mediante compras de bonos y comunicación, el impacto sobre los criptoactivos probablemente se mantenga en un rango “neutral a levemente bajista”: por un lado, el aumento del precio de la liquidez y la apreciación del yen limitarán la demanda de apalancamiento, restringiendo la elasticidad alcista del mercado cripto; por otro, mientras la curva de rendimientos no se empine de forma descontrolada, los activos de riesgo tendrán tiempo de digerir valuaciones y posiciones. Si se da un escenario más extremo, con rendimientos fuera de control, el corto plazo acercándose o superando nuevos máximos y preocupaciones concentradas sobre la sostenibilidad de la deuda japonesa, no solo el carry trade en yenes podría ser liquidado masivamente, sino que los activos de riesgo globales podrían sufrir un desapalancamiento forzado simultáneo, y la volatilidad extrema en el mercado cripto (incluyendo caídas mensuales superiores al 30% y liquidaciones en cadena) debería considerarse un evento de alta probabilidad. Desde la perspectiva operativa y de gestión de riesgos, los inversores deben observar especialmente ciertos indicadores: la pendiente y volatilidad de los rendimientos de bonos japoneses en todos los plazos, la dirección y magnitud del yen frente al dólar, los cambios en tasas de financiación global y tasas de fondeo, así como el apalancamiento y datos de liquidaciones forzadas en futuros de bitcoin. En cuanto a gestión de posiciones, una estrategia más conservadora sería reducir moderadamente el apalancamiento, controlar la concentración en un solo activo y reservar presupuesto de riesgo antes de reuniones clave de política japonesa, utilizando opciones o herramientas de cobertura para enfrentar la volatilidad extrema, en lugar de resistir con alto apalancamiento en puntos de inflexión de liquidez.



