The Economist: La verdadera amenaza de las criptomonedas para los bancos tradicionales

La industria cripto está reemplazando el estatus privilegiado de Wall Street dentro del sector de la derecha estadounidense.

Fuente: The Economist

Traducción: Chopper, Foresight News

“Primero te ignoran, luego se ríen de vos, después te atacan y finalmente ganás.” Esta frase suele atribuirse a Mahatma Gandhi, aunque el líder del movimiento independentista de la India nunca la dijo. Sin embargo, este lema inventado se ha convertido en un mantra popular dentro de la industria de las criptomonedas. Los pioneros de las finanzas digitales soportaron durante mucho tiempo la arrogancia, el desprecio y las burlas de la élite de Wall Street, pero hoy, su influencia es más fuerte que nunca.

En el último año, tanto banqueros como trabajadores del sector de activos digitales han vivido una época de bonanza. El hecho de que la industria cripto haya logrado consolidarse se debe en gran medida a la aprobación en julio de este año de la ley GENIUS, que proporcionó una base legal clara para la legitimidad de las stablecoins. Desde que Donald Trump ganó las elecciones, el mercado espera un entorno regulatorio más laxo, lo que llevó a que las acciones bancarias subieran un 35%. Aunque algunos banqueros rechacen a Trump por otros motivos, son muy pocos los que prefieren las políticas regulatorias de la administración de Joe Biden.

A pesar de esto, la tensión entre los viejos y nuevos poderes sigue aumentando, y la amenaza que representa la industria cripto es mucho más grave de lo que muchos banqueros imaginaron. Si bien los bancos pueden beneficiarse de una regulación más flexible, su estatus como la “aristocracia financiera” dentro del Partido Republicano ahora está en jaque. Compartir ese lugar privilegiado con los nuevos ricos del sector cripto representa, para los bancos tradicionales, una amenaza a largo plazo.

La preocupación más urgente de los banqueros hoy es la regulación de las stablecoins. La ley GENIUS prohíbe expresamente que los emisores de stablecoins paguen intereses a los compradores. Esta cláusula de compromiso busca evitar que las stablecoins desvíen la demanda de depósitos bancarios y, así, debiliten la capacidad de los bancos para otorgar préstamos. Sin embargo, el mercado ha encontrado una forma de eludir esta regulación: emisores de stablecoins como Circle, responsable de USDC, comparten sus ganancias con exchanges de criptomonedas como Coinbase, y luego estos exchanges otorgan “bonificaciones” a los usuarios que compran stablecoins. Los bancos tradicionales exigen con fuerza que se cierre esta brecha regulatoria.

El tema de los intereses no es el único punto de conflicto. En otros ámbitos, la industria cripto también intenta romper las barreras de entrada de las finanzas tradicionales. En octubre de este año, Christopher Waller, miembro de la Junta de la Reserva Federal y candidato a presidente de la Fed, sugirió que más instituciones podrían acceder al sistema de pagos de la Reserva Federal, lo que preocupó a los banqueros. Sin embargo, Waller luego se retractó y afirmó que quienes soliciten este tipo de cuentas en la Fed aún deberán poseer una licencia bancaria.

Finalmente, el 12 de diciembre, la industria cripto logró abrir la puerta al sistema bancario federal de Estados Unidos. Los reguladores bancarios estadounidenses aprobaron la solicitud de licencia fiduciaria nacional para cinco empresas de finanzas digitales, entre ellas Circle y Ripple. Aunque esta licencia no les permite captar depósitos ni otorgar préstamos, sí les permite ofrecer servicios de custodia de activos en todo el país, sin depender de la aprobación a nivel estatal. Antes de esto, los bancos habían presionado fuertemente a los reguladores para evitar que se otorgaran nuevas licencias a estas empresas.

Cada avance por sí solo —un discurso, una licencia bancaria, una forma de eludir la regulación por parte de los emisores de stablecoins— puede parecer insignificante. Pero en conjunto, estos movimientos representan una amenaza seria para los bancos tradicionales. De hecho, el rol central de los bancos en el otorgamiento de préstamos y la intermediación de operaciones ya ha sido erosionado por instituciones de crédito privadas y nuevos creadores de mercado fuera del sistema bancario. Naturalmente, no quieren perder aún más terreno.

Las empresas cripto sostienen que los privilegios de los bancos tradicionales generan un entorno de competencia desleal y perjudican la competencia en el mercado. Este argumento puede tener algo de razón, pero otorgar intereses a las stablecoins bajo el nombre de “bonificaciones” es, sin duda, una forma descarada de eludir la regulación. Y lo más revelador es que, aunque hace solo unos meses los legisladores votaron para prohibir el pago de intereses sobre stablecoins, ahora no han intervenido para detener estas prácticas. Esto pone de manifiesto el verdadero problema de los bancos tradicionales: su influencia política ha disminuido considerablemente.

Los bancos tradicionales ya no son la fuerza financiera más influyente dentro del Partido Republicano. Por el contrario, la industria cripto se ha consolidado en el sector político de derecha estadounidense, caracterizado por su “anti-establishment” y su rechazo a las élites. El mayor comité de acción política del sector cuenta con cientos de millones de dólares listos para invertir en las elecciones legislativas de 2026, y el dinero siempre ha sido un arma poderosa en la política. Hoy, cuando los intereses de los bancos tradicionales chocan con los de los nuevos ricos de las criptomonedas, el resultado ya no está asegurado, e incluso podría no favorecer a los bancos tradicionales.

Hubo un tiempo en que los banqueros criticaban la estricta regulación del gobierno de Biden. Pero, irónicamente, ahora dependen del apoyo de un grupo de senadores demócratas. Estos senadores demócratas están más preocupados por los riesgos potenciales de los intereses encubiertos en las stablecoins y los peligros de lavado de dinero asociados. En la lucha contra la obtención de licencias bancarias por parte de empresas cripto, los bancos más grandes de Estados Unidos se han aliado con sindicatos y think tanks de centroizquierda. Como también nunca dijo Gandhi: “El enemigo de mi enemigo es mi amigo.”