Escrito por: Jill Gunter, cofundadora de Espresso
Traducción: Luffy, Foresight News
Hace diez años, comencé mi carrera profesional en la industria cripto porque, en mi opinión, era la herramienta más adecuada y eficaz para resolver los diversos problemas que presencié durante mi breve paso por Wall Street.
Descubrí que el estado actual del sistema financiero había dado lugar a tres grandes males sociales, y estaba convencida de que la tecnología cripto podía superarlos.
1) Mala gestión monetaria

Hugo Chávez fue responsable de que la inflación en Venezuela se disparara por encima del 20.000%
Mi carrera comenzó como operadora de bonos, encargada de la deuda soberana latinoamericana, por lo que viví de cerca la hiperinflación y los controles de capital en países como Venezuela y Argentina. La obstinación de los líderes nacionales privó a generaciones enteras de sus medios de vida y ahorros, provocó un gran aumento en los diferenciales de los bonos nacionales y dejó a los países fuera de los mercados de capital. La injusticia que esto causa a los individuos ha sido y sigue siendo una tragedia.
Por supuesto, ni Chávez ni Cristina Kirchner (expresidentes de Venezuela y Argentina, respectivamente) son los únicos "villanos" en esta tragedia.
2) Las barreras financieras de Wall Street

¿Recuerdas las protestas de 2011 en el parque Zuccotti de Manhattan, Nueva York?
Entré en Wall Street unos años después de la crisis financiera de 2008. Antes de incorporarme, había leído "Poker de mentirosos" de Michael Lewis, y pensaba que la cultura de especulación desenfrenada de Wall Street en los años 80 que describía el libro era solo un estereotipo anticuado. También sabía que el año anterior a mi ingreso se había promulgado la Ley Dodd-Frank, una reforma a nivel del Congreso que supuestamente debía erradicar la especulación en las mesas de operaciones del bajo Manhattan.
Desde el punto de vista institucional, la especulación desenfrenada sí se había reducido y los departamentos de trading enfocados en apuestas direccionales prácticamente habían sido eliminados. Pero si sabías dónde buscar, te dabas cuenta de que la especulación nunca desapareció realmente. Muchos de los líderes que quedaron tras la purga de 2008 eran jóvenes operadores que heredaron posiciones de riesgo de sus jefes en el fondo del mercado y luego se enriquecieron gracias a la política de flexibilización cuantitativa de Ben Bernanke. ¿Qué tipo de incentivos genera esta experiencia en estos nuevos "grandes" operadores? Incluso habiendo vivido la brutalidad de la crisis, esta nueva generación fue inculcada con la idea de que apostar fuerte con el balance de la empresa podía llevar al éxito profesional.
En mi primer año en Wall Street, pasaba todos los días por las protestas de "Occupy Wall Street" camino al trabajo. Cuanto más tiempo pasaba allí, más simpatizaba con el movimiento, que buscaba romper los privilegios de Wall Street y poner fin a la situación en la que las apuestas arriesgadas de unos pocos eran cubiertas por la gente común.
Simpatizaba con el movimiento, pero no con sus métodos. Atravesar la multitud de manifestantes no era nada dramático; sus acciones no eran proactivas. Sostenían pancartas y decían ser el "99%", pero en mi opinión, no tenían una demanda clara de lo que querían obtener del "1%".
Para mí, la respuesta era obvia: el problema no era solo la adicción al juego de Wall Street, sino que Wall Street tenía acceso a "casinos", oportunidades de inversión e información del sector a los que la gente común nunca podría acceder; y cuando Wall Street perdía, quienes pagaban eran los ciudadanos de a pie.
Esto no se soluciona simplemente añadiendo algunas reglas más a Wall Street; el núcleo es crear un entorno de competencia justo para todos.
3) Un sistema financiero opaco y anticuado

Ya en 2012 me di cuenta de que, para impulsar una transformación del sistema financiero hacia una mayor apertura, equidad, transparencia e inclusión, era imprescindible actualizar sus sistemas subyacentes.
Como operadora junior en la sala de trading, cada día después del cierre pasaba horas al teléfono con el back office conciliando cuentas, rastreando bonos que debían haberse liquidado semanas antes y asegurándome de que no existieran "riesgos de dirección incorrecta" en las posiciones de derivados.
¡Cómo era posible que estos procesos aún no estuvieran completamente digitalizados!
Claro, en apariencia muchos pasos ya estaban digitalizados, usábamos ordenadores y bases de datos electrónicas. Pero todas estas bases de datos requerían intervención humana para actualizarse. Mantener la coherencia de la información entre las partes era una tarea enorme, costosa y, a menudo, poco transparente.
Aún recuerdo algo: incluso cuatro años después de la quiebra de Lehman Brothers, Barclays, que adquirió sus activos, seguía sin poder aclarar la situación exacta de los activos y pasivos de Lehman. Suena absurdo, pero considerando los registros de bases de datos conflictivos o incompletos, todo tiene sentido.

Bitcoin: un sistema de efectivo electrónico peer-to-peer
Bitcoin es realmente genial.
Es como el oro: un activo incontrolable e independiente de la política monetaria; su modelo de emisión y circulación permitió que la gente común de todo el mundo lo utilizara como herramienta de inversión durante una década antes de que las instituciones pudieran intervenir a gran escala; además, introdujo una nueva base de datos llamada blockchain, que no requiere procesos de compensación, liquidación ni conciliación, y que cualquiera puede operar y actualizar directamente.
Bitcoin fue (y sigue siendo) el remedio para mi desencanto con Wall Street. Algunos lo usan para evitar la inflación y los controles de capital; permite que el "99%" invierta antes que Wall Street; y su tecnología subyacente tiene el potencial de reemplazar por completo los sistemas opacos e ineficientes en los que confían los bancos, construyendo un nuevo sistema digital y transparente.
Tenía que dejarlo todo y dedicarme a esta causa. Pero en ese momento, las dudas externas eran abrumadoras, y el comentario más común era: "¿No es esto solo para traficantes de drogas?" En 2014, aparte de mercados de la dark web como "Silk Road", Bitcoin apenas tenía otros casos de uso, y rebatir esas dudas no era fácil; había que "imaginar mucho" para ver su potencial.
Durante esos años difíciles, llegué a pensar que esta tecnología nunca se implementaría realmente... Pero de repente, el mundo entero empezó a prestarle atención y a proyectar sus propias fantasías sobre ella.
El pico de la fantasía
Durante años esperé que la gente viera el potencial de la tecnología blockchain, pero en 2017, de repente me convertí en una escéptica dentro de la industria, una sensación muy compleja.
Por un lado, por el entorno de Silicon Valley en el que me encontraba, y por otro, por el espíritu de la época: todos querían hacer proyectos blockchain. Me presentaban ideas de startups de "blockchain + periodismo", y veía titulares como "La blockchain entra en el sector dental", y no podía evitar pensar: "No, ¡no es para esto!"
Sin embargo, la mayoría de estas personas no buscaban estafas, no querían lanzar tokens basura ni emitir Meme coins. Creían sinceramente en el potencial multifacético de la tecnología, pero ese entusiasmo era tanto engañoso como poco racional.
Entre 2017 y 2018, la industria alcanzó el punto máximo de sus fantasías.

Curva de madurez tecnológica de Gartner
La industria de las criptomonedas y blockchain no ha seguido la pendiente ascendente de la "curva de sobreexpectación" de Gartner como prometía el gráfico clásico, sino que cada 3 o 4 años oscila entre la euforia y la desilusión.
Para entender la razón, hay que comprender un hecho: aunque blockchain es una tecnología, está profundamente ligada a la clase de activos cripto, cuyo beta es extremadamente alto y el riesgo muy elevado, por lo que es muy susceptible a las fluctuaciones del mercado macroeconómico. En la última década, el mercado macro ha sido especialmente volátil: en la era de tipos de interés cero, el apetito por el riesgo aumentaba y los criptoactivos vivían un auge; cuando llegaba la guerra comercial y el apetito por el riesgo caía, los criptoactivos eran "declarados muertos".
Para colmo, el entorno regulatorio de este sector emergente también es muy volátil, y sumado a desastres como Terra/Luna, FTX y otros eventos que destruyeron enormes cantidades de capital, la alta volatilidad de la industria no es sorprendente.
Recuerda, todos queremos cambiar el mundo
Persistir en la industria (ya sea creando proyectos, invirtiendo, comentando o en cualquier otro rol) es sumamente difícil.
Todos saben que emprender no es fácil, y hacerlo en la industria cripto es aún más difícil. El ánimo del sector y el entorno de financiación son impredecibles, el ajuste producto-mercado es incierto, los emprendedores legítimos pueden ser citados o incluso encarcelados, y hay que ver cómo algún presidente lanza un token para estafar, destruyendo la poca credibilidad mainstream que le queda a la industria... Es una locura.
Por eso entiendo perfectamente que, tras 8 años en el sector, alguien sienta que ha desperdiciado su vida.

El autor de este tuit admite que pensaba que se unía a una revolución, pero al final solo ayudó a construir un gigantesco casino, y se arrepiente de haber impulsado la "casinoización" de la economía.
Pero hay que entender que ningún movimiento antitradicional es perfecto, toda revolución tiene un precio y cualquier cambio implica dolor.
Elizabeth Warren y el movimiento "Occupy Wall Street" intentaron cerrar el casino de Wall Street, pero el auge de las Meme stocks, el mercado alcista de altcoins, los mercados de predicción y los exchanges descentralizados de contratos perpetuos han llevado el casino de Wall Street al público general.
¿Es esto algo bueno? Sinceramente, no estoy segura. Durante la mayor parte de mi tiempo en la industria cripto, sentí que solo estábamos reconstruyendo sistemas de protección al consumidor. Pero muchas de las actuales reglas de protección al consumidor están obsoletas o son engañosas, así que creo que romper los límites puede ser algo positivo. Si mi objetivo inicial era crear un entorno de competencia justa, debo decir que hemos avanzado.
Para reformar completamente el sistema financiero, este paso es inevitable. Si queremos cambiar de raíz quién obtiene y cómo se obtienen los beneficios financieros, la economía inevitablemente se "casinoiza".
Boletín de calificaciones
Es fácil desilusionarse, pero difícil mantener el optimismo.
Pero si comparo la situación actual de la industria con mis objetivos al entrar, creo que en general no está nada mal.
Sobre la mala gestión monetaria: ya tenemos Bitcoin y otras criptomonedas suficientemente descentralizadas que pueden servir como alternativas reales a las monedas fiduciarias, sin riesgo de confiscación ni devaluación; además, con las monedas de privacidad, los activos ni siquiera pueden ser rastreados. Esto es un progreso real en el proceso de libertad humana.
Sobre el monopolio de Wall Street: es cierto, el casino se ha "democratizado", ¡ahora no solo Wall Street puede arruinarse apostando con alto apalancamiento en activos basura! Pero, hablando en serio, creo que la sociedad está avanzando, interviniendo menos en la capacidad y forma en que la gente asume riesgos. Al fin y al cabo, siempre hemos permitido que la gente juegue a la lotería, pero les hemos negado algunas de las mejores oportunidades de inversión en acciones de la última década. Los inversores minoristas que apostaron temprano por Bitcoin, Ethereum y otros activos de calidad nos muestran cómo podría ser un mundo más equilibrado.
En cuanto al problema de los sistemas de bases de datos opacos y anticuados: el sector financiero finalmente está considerando soluciones tecnológicas superiores. Robinhood ya utiliza blockchain como tecnología subyacente para productos de trading de acciones en la UE; Stripe está construyendo un nuevo sistema global de pagos basado en rails cripto; y las stablecoins ya son productos mainstream.
Si entraste en la industria por la revolución, observa con atención: todo lo que esperabas puede que ya haya llegado, solo que su apariencia no es exactamente como la imaginabas.


